Bella como la Flor de la Esperanza
- Alex L. Galicia.
- 7 ago 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 ago 2020
Mis ojos no creían en los astros, ni en el destino, ni en la magia hasta que los albores de la primavera me maravillaron con su primer flor, la más bella del jardín, esa que encontré por casualidad mientras caminaba distraído saboreando la hiel que emana de los pasados relamidos. Cuando me preguntaron de qué color pintaría la esperanza sólo pude pensar en su color: rojo. Aunque ella es de todos los colores que hay en la paleta del arcoiris, está incluso en los colores que no tenemos cómo llamar porque no hemos necesitado de ellos pero existen con otros nombres y con otras percepciones.
¿Cómo sé que es magia? ¿Cómo sé que es el destino? No me creas mucho, basta con que yo me crea. Ella aparece cada abril, se revela como profecía que anuncia siempre tiempos mejores, como la primera luz de la mañana o la primera estrella del cielo y así sé a dónde queda el norte y por dónde sale el sol, sé que pronto florecerás, sé que pronto serás la primera, sé que serás ternura, que serás Esperanza. Algunos dirán que ella debe ser la última en morir pero yo prefiero pensarla como la primera en aparecer. Ella quizá no lo sabe pero sólo por existir salva a quien sabe de su existencia, a quien la conoce.

Con sigilo y tacto se acerca y toca tu corazón. Se sabe única y virtuosa, de sonrisa y palabra franca que inclina a la voluntad sin doblegarla por la fuerza a confiar en la bondad y la omnipotencia de Dios, te acerca en vida a la vida eterna y entonces sabes que no la quieres perder jamás. Ella no se atrapa con una red, ella no se encarcela en una jaula, ella simplemente elige estar ahí, es quien enseña y orienta, quien te toma con su mano y te moldea con cariño y fuerza, con ternura y paciencia, con violencia y suavidad.
Elpis entre los Griegos, Spes la llamaron los Romanos, Nadyezhda los persas, y todos la reconocían por la misma razón: ser el refugio último de la humanidad cuando todo parece perdido, ser a quien encomiendan sus fuerzas finales y en honor a quien renacen para superarse en sus adversos corazones y reencarnar alados para tocar nuevos cielos. Cuando Pandora ha maldecido a los hombres con su curiosidad ella aparece para hacerlos fuertes, darles aliento y sostener sus pasos cansados del andar tortuoso por los horizontes devastados. Cuando la guerra parece perdida ella es el atributo que renueva las fuerzas, consolida la inteligencia y enaltece la fidelidad. Con ella ganamos, con ella fluyen las corrientes de los ríos secos, se renueva el deseo pasional inspirado por su delicada fragancia. Ella representa la más noble de las peticiones de amor y las riquezas ilimitadas con las que alguna vez sueñan los sultanes.
Cuando mi corazón se pervierte del indecoro que hay en el mundo tus florecientes pétalos se alzan como las estrellas de la pureza que alumbran hacia las puertas de la inocencia y despiertan al noble infante que amodorrado abre los ojos a la ternura de tus palabras y así nazco de nuevo, una y otra vez y las veces que sean necesarias porque en tí encuentro la forma de honrar al Dios que algún día me hará eterno entre las almas del mundo real. En tus palmas sagradas el amor, la amistad y la amabilidad se construyen y deconstruyen para ser justas y precisas a cada hombre, a cada tiempo y a cada corazón. De tu afecto y tu espíritu alimento mis nuevos bríos. Donde sea que te nombren enalteces los templos y tu espíritu va de rincón a rincón para despertarme por la mañana o arroparme por las noches. En tí estoy protegido y por tí creo en un futuro mejor.
Algo pasa con el tiempo que se ha vuelto perfecto como lo son los tiempos de Dios, ya no espero abril porque abril viene hasta aquí para ser de él siempre y por siempre.
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